Recorrer y explorar la región de Tarapacá, encontrarse con el camino icónico de lugares que su naturalidad nos da a reconocer la identidad innata y por generaciones el cotidiano es protagonista, lo frecuente es reinterpretado por los fotógrafos José González Enei, Carlos González Moscoso, Francisco Sibulka Díaz y Carlos Carpio Legarda. Su trabajo fotográfico es la captura del territorio, la traducción de la emotividad de paisajes, rituales, retratos y lugares que en conjunto son el lenguaje del trayecto que se debe entender, descifrar e incorporar en la retina para decodificar el significado de la región más árida y más llena de detalles en reflexión.
La fotografía ha sido el arma que ha fortalecido el resguardo pictórico y la invaluable forma de recolección de vivencias compartidas, una réplica de lo que el tiempo ha modificado, intervenido y por muchos olvidado. La recuperación histórica es lo destacable de los cuatro exponentes fotográficos, su aporte con el arte visual que se reúne agrupando la diversidad de atmósferas nativas es la filiación geográfica, identificación equivalente a una bitácora de viaje entre los contrastes, posicionamientos de instantes exactos a captar, investigación instintiva y mecanizada por el profesionalismo del oficio de las fotografías expuestas, con trayectoria de años de trabajo que conjugan al hacer que el público esté “mirando” desde la emotividad retratada de cada foto tomada. Mirar, observar a través de la representación de las realidades y objetividad de cada imagen mentalizada de los autores de la muestra, con un discurso colectivo invita a los receptores a encaminarse en historias visualmente relatadas, materializadas con narraciones autóctonas, una prueba de documentación con interacción a mundos que se desenvuelven y sobreviven en el registro fotográfico que impone la pertinencia de la memoria regional.
La fotografía local tiene su propio recorrido empezando con la presencia de José González Enei que se realizó en un periodo de oscurantismo cultural, en un país que se encontraba abatido por la dictadura. Sus fotografías análogas resaltan la humanidad y un paisaje que liberó la significación social que se cultivaba compositivamente en sus blancos y negros. Iniciando una nueva época para la fotografía de la zona, recepcionando la nostalgia de lo que se pensaba ausente, José González desde su perspectiva revivió la presencia de los pueblos originarios, marcando la recuperación de la identidad. Siguiendo el camino fotográfico de esa época, Carlos González Moscoso retoma la visualidad urbana junto con transiciones tecnológicas, recopilando una gama de fotos análogas y digitales. Junto a los aconteceres sociales, la naturaleza se apropia de las escenas. En su fotografía blanco y negro se da análisis a la representación de los encuadres de precisión para recalcar el paisaje como un entramado de formas, sombras, luces que confeccionan el lenguaje de los desiertos, dunas, climas y la profundidad de zonas indagadas. Dentro de toda la metodología de exploración, Carlos Carpio Legarda se inserta a la comunidad Aymara, revelando en sus fotografías el culto a sus tradiciones que transgreden en el tiempo. Denominado como antropología visual, compone en contraste los colores versus los sucesos que elige con el fin de archivar desde su mirada más privada. Su trabajo digital y vivencia es la evidencia de que lo ancestral está entre nosotros. Comunicar es la fuente de la fotografía. Francisco Sibulka Díaz, desde la visión educativa, recopila en secuencia la emocionalidad de retratos envueltos en atmósferas creadas por su valor estético, en el hábitat donde el occidente se ve repelido por una sociedad ensimismada en sus costumbres. Sus fotografías blanco y negro análogas se vuelven atemporales al confrontarse con una sociedad moderna saturada por la inmediatez.
El territorio como concepto y la fotografía como mediador conservador de identidad resulta ser un rastreo personal que transmite la confraternidad entre lo cohabitado y lo plasmado. 4 LEGADOS, convoca para conmemorar el Día de la Fotografía con las experiencias más íntimas dadas a conocer en su lugar de origen, dejando en exposición que el arte visual es una de las formas de preservar, proteger y conservar patrimonios naturales. Se invita a ser parte y caminar por los trayectos de los cuatro artistas fotográficos que en esta única oportunidad comparten un mismo espacio que asocia la crónica de Tarapacá.